martes, 14 de julio de 2009

Se dijo que el silencio era tan inquietante como un grito


Escribir se me da con cierta facilidad, escribir lo que pienso, esa esa necesidad inherente a vaciar todos aquellos pensamientos que me agobian, todas aquellas emociones que me asfixian.
No soy Quiroga, ni Cortazar, ni García Márquez, no tengo la genialidad de ninguno de ellos y es muy probable que jamás llegue a poseerla.
Hay pocos como ellos, existe un único yo.
Así comienzo, rompiendo el silencio que me abruma, sentimientos encontrados, rencor...
Desde pequeño nunca quise ser el protagonista de la historia, jamás quise ser el bueno. Ser bueno carecía de razones, era tonto y aburrido. Los buenos no tenían razón de ser, eran impersonales, carecían de Habilidades y en muchos casos de inteligencia.
Solo triunfaban gracias a la suerte, no gracias a ellos mismos.
Los buenos carecen de profundidad.
los malos por el contrario, tenían un tras fondo sicológico profundo. No eran malos por ser lo, ellos lo eran por algo.
Poseían habilidades e inteligencias superiores, siempre un hecho trágico marcaba sus vidas, algo, que hacía que su FE en la humanidad se perdiera para siempre y desearan hacer pagar al mundo con la misma Moneda con que les fue pagado.
Siempre he querido ser como el Padrino o Raistlin Majere.
Los malos suelen redimirse, pero tienen razones para ello, no lo hacen de manera egoísta.
Siento y siempre he sentido que solo los malos viven la vida en su plenitud.

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